Una tarde de 1986, con el sol cayendo sobre el cielo de Juanchito, en las canchas de Águila Roja, Pepino Sangiovanni me extendió su mano izquierda sobre mi espalda y empezamos a caminar, mientras América terminaba de entrenar bajo las órdenes de Gabriel Ochoa Uribe.
Me dijo: “Umberto, llegó la hora de partir”. Avanzamos lentamente y me explicó sus razones. Cada palabra se encuentra en nuestras memorias. Su decisión demoró meses, siguió como presidente, pero Juan José Bellini asumió el encargo de la presidencia. Por eso en la crónica de la Revista del América en marzo de 1987 dice Bellini: “No sé por qué estoy aquí, no soy expresidente, ni siquiera presidente”. Sangiovanni le acota: “Encargado, encargado”.
En la época de su presidencia llegué al América como jefe de prensa y rápidamente entendí que eso no tenía sentido. Todas las noticias las entregaba Mario Alfonso Escobar, el doctor Mao. Fue cuando propuse la creación de la Revista del América, con el apoyo de Álvaro Bejarano. No sólo inventamos el auténtico vocero del club América sino la publicación que iba a cambiar el curso del periodismo deportivo en Colombia.
En diciembre de 1982 viajamos con América para ir el partido con Millonarios. Nadie creía que pudiéramos ser campeones anticipados. Pepino me dijo que no quería a ningún palco, que nos hiciéramos en occidental baja. Cuando Juan Caicedo soltó semejante zapatazo nos abrazamos y posteriormente sufrimos cada minuto. Cuando el árbitro pitó la finalización salimos a correr como muchachos enloquecidos hacia el camerino. ¡Qué festejo!
A mitad de 1986, don Pepino me entregó un texto inédito de un señor de Bogotá donde se sustentaba que América había nacido el 21 de diciembre de 1918, según testimonio de Pablo Manrique, quien entregó la foto de una Copa que ganó América en 1919.
Tomé todos los elementos y trabajé, con mucha colaboración de Edgar Mallarino. Mi sustentación y conclusión fue que ese América de 1918 no tenía ninguna relación con el verdadero de 1927, referido por el exarquero e historiador Marco Tulio Villalobos. Relato sustentado por Hernán Zamorano, primer presidente de América, quién dejó un casete grabado y murió el 20 de febrero de 1980.
La existencia de ese casete se revela en la histórica reunión de presidentes de la institución que convocamos el 19 de febrero de 1987. Alberto Anzola confirma que César Zamorano, hijo del primer presidente lo tiene en su poder y hará la gestión para que me lo entregue. Así sucedió y el testimonio se publicó en la Revista del América dedicada a los 60 años (número 53, marzo 16 de 1987, titulada “La auténtica y verdadera historia de los Diablos Rojos”.
Hoy en día si consulta Google se encuentra con un resumen de la historia del club lleno de errores donde no dan crédito a nadie. La historia se borra y se tergiversa. Sobre mi argumentación se organizan toda la gran celebración de los 60 años del América, con diferentes actos, el más emocionante fue el encuentro en la sede de Cascajal de por lo menos 200 jugadores de diferentes épocas.
Entre otras cosas, en la investigación que adelanté, con fotos de equipos iniciales, sustenté que no existía relación entre el primer Cali, el The Cali Football Club de 1912, que perdura hasta 1927, y los transicionales Cali A y Cali Gregg de los años 30 y que en definitiva el actual Deportivo Cali, que desapareció dos años, se remite ciertamente a 1948, en el surgimiento del profesionalismo. Por lo tanto, el Centenario que celebraron no es válido e inexplicablemente una gran parte de la prensa deportiva con su actitud cómplice y con una ausencia de investigación, avaló.
En esa tarde memorable del almuerzo con los expresidentes, Pepino Sangiovanni recordó una discusión, apenas siendo integrado de un Comité Económico, que se llevó acabo en el restaurante “El caracol rojo”, donde se discutía el cambio del nombre “América S.A.” por el de “Corporación Deportiva América".
Los dirigentes de tradición no se iban bien con Aníbal Aguirre Arias y sobre esto pusieron al día a Pepino Sangiovanni. En un momento dado, Aguirre Arias dijo: “Para qué seguimos molestando con América, porque ya está muerto”. Pepino sintió mucha rabia y no esperó que hablaran los presidentes de historia como Pedro Sellarés, Miguel Luna, Luis Gustavo Valdés o Manuel Correa Valencia, sino que se adelantó y le respondió fuerte: “Don Aníbal, el América está muerto, pero aún no está enterrado y nosotros lo vamos a resucitar”.
Esas son las palabras que pudiera decir Oreste Sangiovanni, su hijo, quien hoy, 3 de abril de 2013, recibe oficialmente la certificación de estar excluido después de 16 años de la llamada Lista Clinton, una oficina con una sigla OFAC(Office of Foreignen Assets Control) del Departamento del Tesoro, de los Estados Unidos.
Carlos Puente, gran abogado y bohemio, a quien por última vez en El Habanero, bailando con dificultad, decía al respecto: “Este es un listado (la Clinton) en que lo vuelven a uno un leproso financiero y jurídico, una especie de paria”.
Puente murió sin que las directivas de la institución le pagaran sus reconocimientos labores. Todavía no lo han hecho. Pedro Chang entró en la Lista Clinton el 21 de octubre de 1995 y salió de esa lista el 22 de diciembre de 2008, cuando ya estaba muerto. Chang, poeta y gran publicista, quien gestionó la grabación del tema América realizado por Jairo Varela y el grupo Niche, también creó la tribuna estudiantil, el álbum del América y el plan Juventud América 87. Chang murió adolorido por esta humillación mediática y Carlos Puente se vio obligado a recibir ayuda de amigos para resolver sus problemas de salud.
La lista Clinton es una decisión unilateral de Estados Unidos, aceptada por el gobierno colombiano. Es más o menos parecido al bloqueo económico contra Cuba, que ha terminado la vida de la isla durante cincuenta años. Un amigo mío, excelente crítico de cine, nacido en La Habana, hace muchos años, alrededor de 15, en un amanecer de Cartagena durante el festival de cine, me contaba una anécdota que me hizo llorar:
“Una vez siendo adolescente me desperté, escuché ruidos en la cocina, y encontré a mi madre tomando agua con azúcar. Le pregunté: ¿Qué haces a esta hora? Nada, aquí pensando, me despertó el hambre y ya ves, sólo hay agua con azúcar”. El día antes de terminar el festival le dije a mi amigo: “Toma estos cien mil pesos y llévale café y algunas cosas a tu madre”.
Pero la grandeza del América, construida por presidentes como Pepino Sangiovanni, todos los anteriores los que hicieron sobrevivir a la conocida “Mechita” hasta Juan José Bellini, y los técnicos como Gabriel Ochoa Uribe, Adolfo Pedernera, Julio Tocker, Jaime de la Pava y Diego Umaña, ha sido maltratada por la mayoría de los dirigentes de los últimos tiempos, incluyendo ese fantasma creado desde la Alcaldía de Jorge Iván Ospina que creó el llamado Nuevo América S.A. para quedarse con la ficha de la institución.
La noche triste que descendimos contra Patriotas, en ese penal que desperdició Castillo y un grupo de jugadores que todavía no se sabe a ciencia cierta que armaron un sindicato para permitir esa afrenta, que me ha impedido regresar al estadio Pascual Guerrero. No hay explicaciones para que una persona de la Junta Directiva o toda ella, mantenga a Wilson Gutiérrez. Hay dos jugadores que permanecen que deben salir de la nómina.
Oreste Sangiovanni (presidente en 1992 y campeón en ese año con Maturana), quien encabezará los actos de la salida de la lista Clinton, en la cual fue incluido en de 1997( dicen que en febrero y otros sostienen que abril), debiera hablar con su padre para que recuerde la frase que he citado y muchas más cosas, porque no se trata de salir de la infamia, acompañados por quienes castigaron al América, el gobierno de Estados Unidos y el gobierno colombiano, que hicieran todo para que este equipo se acabara.
Pero América parece bendecido por el Diablo, no se muere. Salir es un paso, ahora faltan las grandes decisiones económicas y financieras. América tiene enemigos internos y externos. Además de todos los aparecidos que llegaran a partir de hoy, empezando por los políticos.
Por fortuna, el espíritu de Pepino Sangiovanni sigue ahí, y el equipo deportivamente está manejado por dos grandes hombres y futbolistas: Diego Umaña y Alex Escobar, el pibe de mi barrio. A ellos dos les sigo guardando el puesto en Zaperoco, que tanto les gusta, pero por ahora no pueden ir. Diego Umaña me lo dijo en un reportaje: “Mientras trabajo no voy a un sitio público, mi salsa la escucho en mi casa”.
Oreste Sangiovanni ya honró el nombre de su padre. Todo tiene su momento, como el que eligió Pepino Sangiovanni para llegar a la institución en un momento crítico, ser presidente, guiarnos hacia la primera victoria, la primera estrella de 1979 en un aquel 19 inolvidable, y como el que eligió para irse, como un hombre sabio, amigo de sus amigos.